Isabel la Católica olía bien ¿o no?
isabel la catolica

ISABEL LA CATÓLICA SI OLÍA BIEN

Y también ella usaba la rosa mosqueta.

Una de las más clásicas “anécdotas” de la historia de Granada es esa que cuenta que la reina castellana, Isabel I, la católica, no se lavaba, y por lo tanto tenia mal olor, como promesa para conseguir la expulsión de los musulmanes del reino granadino y unificar todo el territorio bajo los reinos de Castilla y Aragón.

Lo curioso es que este como otros tantos bulos ha sobrevivido a través de tantos siglos y la verdad es que no es difícil encontrar justificaciones a esa facilidad en convencernos, especialmente con los tópicos sobre la higiene en los reinos cristianos de la época. Por ello nuestra protagonista nos sirve para repasar por qué debemos poner en cuestión tales afirmaciones sobre las costumbres higiénicas de castellanos y aragoneses mientras asediaban nuestra ciudad.

Las últimas investigaciones del profesor Miguel Ángel Ladero Quesada, miembro de la Academia de la Historia y Catedrático de Historia Medieval, estudioso de la conquista de Granada,  afirma que Isabel I, la católica, siempre fue muy aseada, principalmente por así requerirlo su dignidad política y porque además el aseo entonces era también símbolo de limpieza moral.

La inclusión en una nueva categoría higiénica de la Reina Católica, según el profesor Ladero Quesada, se debe a los libros de cuentas de Sancho de Paredes Golfín, camarero de la Reina desde 1498 hasta 1504, fecha de su fallecimiento. Sancho de Paredes Golfín anotó minuciosamente todo lo relativo a la vida privada de la monarca. Como era un riguroso funcionario, registró todo lo que Isabel poseía y utilizaba en su vida cotidiana. Estos libros, 10 ejemplares, están siendo estudiados, catalogados y digitalizados por la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, depositaria de esa documentación. Esta Fundación está ubicada en el Palacio de los Golfines de Abajo, en el casco histórico de Cáceres.

registro perfumes isabel la catolica

Para Ladero, “siempre fue una reina muy preocupada por su aspecto y su higiene, como lo demuestran la serie de cosméticos que utilizaba. Están contenidos en el libro num. 9, encuadernado en piel, donde se cita la algalia, el almizcle, el benjuí, perfumes elaborados con ámbar fino o agua de murta. Y el aceite de rosa mosqueta, tan popular hoy día.

Como hemos mencionado anteriormente, la relación detallada de productos que usaba Isabel I, la católica, están recogidos en el volumen núm. 9. Nos adentramos en ellos y añadimos algunos datos sobre sus cualidades y su uso.

ALGALIA

Nombre común en castellano de Abelmoschus moschatu.
Produce un aceite esencial muy apreciado por su aroma, de ahi que sea usado aún en perfumería. Las semillas masticadas combaten el mal aliento; es utilizado así mismo como afrodisiaco y como insecticida.

ALMIZCLE o MUSK.

Del árabe hispánico Almisk, es el nombre que designa una sustancia de color marrón que segrega el macho del ciervo almizclero. Es la materia prima más comunmente utilizada como notas de fondo en perfumería. Tiene función, pues, de fijador.

BENJUI

Árbol originario del sureste asiático. Su resina destilada naturalmente se utiliza desde la antigüedad, al atribuírsele infinidad de propiedades medicinales. El aceite esencial es relajante y calmante. Muy valorado.

Se usó incluso con fines religiosos. Ahora lo utilizamos en la industria cosmética y alimentaria.
Como fijador de aromas, conservante natural y como ingrediente cosmético por sus múltiples beneficios para la piel.

patio de los arrayanes alhabra
AGUA DE MURTA.

La murta es un arbusto de las mirtáceas. Es el conocido como arrayán, mirto. Su nombre viene del griego myrtos (perfume). Nativo del sudeste de Europa y norte de África. Siempre desde muy antiguo presente en los jardines mediterráneos, romanos e hispano-árabes.
Fueron utilizadas las hojas como desodorante, aplicándolas en las axilas y en las ingles para evitar el mal olor. Un verdadero desodorante. Mezcladas con agua, se usaban para lavarse.

Mediante destilación, se fabrica un aceite llamado “agua de los ángeles”, utilizado en perfumería.

También en distintas elaboraciones, ha sido utilizado para teñir el pelo, como tónico capilar, además de como ingrediente culinario para dar sabor a las carnes. Y en la marroquinería, como curtiente.

En infusión, tiene propiedades antisépticas y balsámicas. En las leyendas y tradiciones clásicas tiene un papel simbólico de honor y autoridad.

ACEITE DE ROSA MOSQUETA.

Es un aceite vegetal con grandes propiedades para la medicina convencional y para la estética.
Se extrae de las semillas de un arbusto silvestre de la familia de las rosas. Rosa moschata. Tiene beneficios en muchos ámbitos, nos limitaremos al de la cosmetología.: retrasa los signos del envejecimiento gracias a la gran cantidad de antioxidantes y vitaminas; estimula la producción de colágeno; mejora las estrías y las manchas cutáneas.; rehidrata (vitamina A); disminuye cicatrices quirúrgicas y accidentales; actúa frente a las quemaduras, etc. etc.

AMBAR FINO

Aceite esencial de ámbar , obtenido mediante destilación de la resina fósil. Es calmante, analgésico, un equilibrador energético.

¿Pero olía mal Isabel I?

Más allá de ser un hecho relevante o no, la higiene de la reina esta enmarcada de otras anécdotas que rodean la historia de la conquista de Granada como la de Boabdil llorando por su reino perdido y la reprimenda de su madre Aicha en el paso del Suspiro del Moro, no dejan de ser leyendas creadas en la época del romanticismo donde los hechos históricos no debían parecerles con suficiente fuerza como para no sufrir la tentación de decorarlos con mayor dramatismo o en el caso de Isabel con una temática escatológica.

boabdil suspiro del moro granada

Cierto es que la aportación del profesor Quesada es muy interesante aunque también para nosotros no concluyente, ya que Paredes Golfín  no hace referencia a productos de higiene como el ya famoso en su época Jabón de castilla, y todos sabemos que los perfumes pueden usarse para tapar o camuflar malos olores, pero no como elemento de limpieza personal. Cierto es que el mismo enunciado del bulo nos indicaría que Sí se lavaba, pero en esta situación especial habría una excepción a esta regla, por lo que Isabel tendría unos hábitos higiénicos aceptables en su día a día…

Pero lo que si nos parece interesante es conocer que perfumes serían los mas estimados por las clases más altas en aquella época y el contacto comercial que suponía la adquisición de estos bienes de lujo. Evidentemente Isabel no camuflaría su “posible” falta de higiene con recursos locales como la lavanda y el agua de jara, destinados mas a remedios populares que la alcoba de una reina.

La higiene en la Hispania cristiana en la época de Isabel I, la católica.

Terminamos nuestra reseña contextualizando escuetamente la situación general de la higiene y de la cosmética en el entorno del siglo XV e inicios del XVI, ambos testigos de la vida de la Reina Católica.

De entrada y como suele ocurrir con cualquier elemento o hecho histórico, esa situación era muy diversa y condicionada por las circunstancias económicas y sociales de cada grupo poblacional, por ejemplo, hay tratados de los inicios de ese período que recomiendan el baño con cierta regularidad, no importando si se trata de baños públicos, en ríos, etc., además, como ya sucedía en época romana, era al mismo tiempo una actividad social, recreativa y de negocios. A través de los fueros municipales conocemos la existencia de “casas de baño”. En los espacios privados, un trapo y el uso de lejía de ceniza o, menos probable, de jabón, eran suficientes para el aseo diario. Palanganas, jarras, calderos, cubos, tinas de madera, etc. eran recipientes comunes.

higiene en la hispania medieval cristiana

Al mismo tiempo, durante este siglo, se produce de manera lenta pero constante el cierre de los baños públicos, debido probablemente a las ideas moralistas y de pudor imperantes, dirigidas a ocultar el cuerpo desnudo. Desde la caída del Imperio Romano, ya se intuía esa tendencia. Había que evitar a toda costa la promiscuidad sexual, lo cual era difícil de lograr en las “casas de baño” .Y mas con la abundancia de enfermedades y epidemias como la peste negra y la sífilis que acosaban a toda Europa.

Los baños públicos eran, desde luego, incuestionables focos de propagación. La envergadura de esta constante crisis pandémica también contribuyó a la decadencia del uso del baño, incrementándose de forma paralela el uso de los perfumes, precisamente para ocultar los malos olores que no se eliminaban con el agua.

Dato curioso es que, en ese momento, surgió un nuevo modo de entender la higiene, nos referimos al método “limpieza seca”; consistía en envolver el cuerpo con ropa para evitar el contacto con el aire, como vehículo portador de elementos nocivos .

En cuanto a la cosmética, diremos que el ideal de belleza imperante correspondía a una mujer de piel pálida, cabello rubio, frente despejada, mejillas y labios rojos, cejas poco pobladas. Fácil de imaginar que solo las mujeres nobles tenían acceso a este ideal, entre ellas nuestra protagonista, Isabel I.

La fuerte religiosidad del momento rechazaba el maquillaje. Pero los perfumes y aceites eran de uso común , imprescindibles, por otro lado, para opacar los malos olores por los motivos que antes hemos comentado. Blanqueaban la piel con zumo de fresas, mezclando raíces y harina de trigo, entre otras muchas fórmulas conocidas . Muy avanzado ese siglo XVI, se empezaron a utilizar otros productos, muchos de ellos tóxicos, como el arsénico, que creó grandes problemas de salud en las mujeres.

Esperamos que os haya gustado este artículo y si tenéis cualquier pregunta, sugerencia o aportación no dudéis en dejárnoslo en comentarios. Referencia e imágenes de: Agua de murta, el desodorante de la Reina Isabel I, la católica

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