Imprescindible jabón. Historia de un gran producto
historia del jabon

Breve historia del JABON

Sobre la historia del jabón contamos con referencias relativamente abundantes. Hay datos ya desde esas épocas en las que se mezclan las líneas de lo mítico con lo real, continuando a través de los grandes imperios antiguos, de la Grecia clásica y de la Roma republicana e imperial y durante el decurso de los siguientes 2.000 años que nos traen hasta este siglo XXI, en este momento nuestro pandémico, donde se ha renovado la función esencial de una buena higiene en nuestra vida cotidiana.

La lectura rápida y sucinta de la pequeña -o más bien gran historia del jabón- nos pone , pues, ante el hecho de que su papel en nuestro día a día ha sido y es no sólo tan importante como a primera vista se colige, sino que ha jugado un rol muy decisivo en la existencia del ser humano, como ha sido en la eliminación de tantas plagas y epidemias que, a causa de la falta de higiene y salubridad generalizadas , han inundado la humanidad hasta bien entrada la época contemporánea. En conclusión, el jabón no es algo anecdótico o complementario en nuestro devenir. Es relevante.

Entre el mito y la historia del jabón

Algunos siglos antes de nuestra era, las mujeres romanas hacían la colada en el rio Tíber, a los pies del Monte SAPO. En la cima de este monte se llevaban a cabo sacrificios de animales a los dioses. Su grasa, más las cenizas de las incineraciones, más otros materiales del suelo arcilloso, daban lugar a un compuesto con propiedades limpiadoras.

Hemos empezado nuestro relato por este escenario un tanto legendario porque nos proporciona la clave del origen del nombre del proceso base en la elaboración del jabón, SAPONIFICACION. Y de paso, recordamos que en Italia al jabón lo llaman SAPONE.

tablille sumeria sobre como hacer jabón

Pero si retrocedemos un montón de siglos y nos colocamos en el 3.000 a.C., en Mesopotamia , en la civilización sumeria, encontraremos en unas tablillas de arcilla las citas más antiguas sobre un producto limpiador, formado por una mezcla de aceites, potasio, resinas y sal.

jabon de alepo acutal

Pasemos páginas rápidamente y avancemos hasta el 1.500 a.C., SIRIA. Aceite de oliva y aceite de laurel, el famoso jabón de Alepo sigue elaborándose con el mismo método tradicional de hace más de 35 siglos.

Misma época, en Egipto. Los siervos faraónicos mezclaban, en el agua de lluvia, natrón (carbonato de sodio), tierra de batán (arcilla) y altramuces. En un papiro de ese período se hace referencia a la utilización de una sustancia jabonosa para lavar el lino, el algodón y también para tratar las enfermedades de la piel.
Los fenicios, tan activos y eficaces comerciantes, en el 1.200 a.C. usaban aceite de oliva y sosa caustica, obtenida a partir de plantas halófitas.

En el 800 a.C. los Celtas, más prosaicos, hacían jabón con grasa de cabra y cenizas de abedul.

En el 500 a.C. los Griegos y sus vecinos los Etruscos, ambos pueblos muy refinados, mezclaban aceites aromáticos y cenizas.

El historiador romano Plinio ( 23-79 d.C.) afirmaba, no sabemos por qué con tantos antecedentes previos de los que ya entonces disponían, que el jabón era un invento de los galos , quienes por el 300 a.C., utilizaban cenizas de haya y grasa de jabalí.

Ciertamente los romanos también decían que los galos olían a rancio. Es fácil imaginar por qué.

Sobre el 200 a.C. los árabes cocían potasa, alcalí, aceite de sésamo y limón. Seguro que su jabón olería mucho mejor que el de los galos. Y además figuran como el primer pueblo en crear jabón sólido con la técnica de la ebullición.

termas de caracalla

Aunque son los romanos los que se llevan el prestigio de ser los más limpios. Sus numerosas y sofisticadas termas parecen ser un definitivo documento acreditativo, sin embargo la realidad es que el hacinamiento, sobre todo en los barrios populares, en cuyas calles corrían las aguas residuales, convertían los baños públicos en focos de propagación de estas patologías, a pesar de ser utilizados con fines opuestos.

Vuelve el jabón a nuestras vidas

Y al igual que ocurrió con tantas otras cosas, el uso del jabón se vino abajo en los siglos posteriores a la caída del Imperio romano, asi que la higiene personal brillaba por su ausencia aún más que en etapas precedentes, en especial entre las clases populares; la situación de alta insalubridad tanto en los núcleos urbanos como aldeas, llegó a niveles bastante insoportables y con consecuencias muy nefastas. Las pandemias proliferaron como nunca antes.

El jabón se convirtió en un artículo de lujo, al alcance exclusivo de las clases altas. Y como producto ostentoso, estuvo sujeto a los monopolios reales y gravado con impuestos elevados.

En cualquier caso, no debemos olvidar que las sociedades entonces tampoco eran homogéneas , ni mucho menos, y que sus costumbres, normas y posibilidades de todo tipo eran muy diversas. La relación del mundo musulmán con el agua era definitivamente distinta de lo que, en un principio, ocurría en los territorios cristianos. Por ejemplo, en la península ibérica.

reales almonas triana

A estos efectos, detengámonos un momento en las Almonas, las jabonerías que se extendían por todo Al Andalus, y mas en concreto en la más famosa de todas ellas, la de Triana, en Sevilla. Funcionó durante 400 años, desde el siglo X, y es la cuna del conocido jabón de Castilla, además de, al parecer, primera gran jabonería europea. Con tantos olivares y otras materias primas fáciles de obtener en su fértil territorio, fabricaron ese excelente jabón que el reino de Castilla adoptaría como propio.

Alguna crónica medieval nos cuenta de pasada que fueron los cruzados los que se trajeron desde Alepo su famoso jabón. Es posible pero resulta raro, no obstante, que no nos lo hubieran vendido en su momento los hábiles fenicios. Estos tuvieron tratos comerciales con otras zonas del mediterráneo occidental anteriores de los tiempos romanos, así que seguro que las ciudades costeras como Nápoles, Marsella, Cartagena o Cádiz, conocieron y disfrutaron en aquellos lejanos tiempos de las cualidades del jabón alepino.

Algo antes del siglo XIV ya estaban en marcha las famosas fábricas de jabón de Marsella.; durante un largo período fue el centro del negocio de la jabonería, pasando posteriormente a Venecia.

La conclusión final y lamentable es que el jabón no pudiera ser durante larguísimos siglos un producto popular, debido a ese carácter de artículo de lujo que antes hemos mencionado; de lo contrario se habrían evitado en gran medida tantas epidemias y pestes negras, que diezmaron las poblaciones de nuestro continente. No sólo con el jabón, obviamente, pero no sin él.

Llega la industria moderna del jabón

Nicolas Leblanc
Afortunadamente en 1789 desaparecieron los monopolios reales que boicoteaban la expansión del producto y su alcance a todas las capas sociales. Debemos agradecer al químico francés Nicolas Leblanc que inventara en el año 1791 un procedimiento para obtener carbonato de sodio de la sal. Ya no se necesitarían cenizas, el proceso se hizo mucho más económico, lo que permitió la comercialización masiva del jabón a escala industrial.

fabrica de jabon
Surgió consecuentemente una verdadera industria jabonera en toda Europa, incluida España, sobre todo en Cataluña y en Asturias, La producción industrial de tantas empresas generalizó, al abaratarlo, el uso del jabón entre todas las clases sociales, iniciándose la desaparición de contagios, infecciones y toda la lacra de enfermedades que las gentes habían padecido por la falta de prácticas higiénicas mínimas.

En las décadas siguientes, poco a poco, mejoraron las condiciones sanitarias de la población, sobre todo de los grupos menos privilegiados, hasta que bien avanzado el siglo XIX, con todos sus avances científicos y técnicos, se procuró que el uso del jabón estuviera al alcance de todos , de modo que el aseo personal, de la ropa , de las casas , de los edificios, coadyuvara a la reducción o desaparición de tantas enfermedades endémicas.

Qué sería de nosotros sin el jabón

En suma, el rol que el jabón ocupa en nuestros días es bastante reciente. El desarrollo de la microbiología, paralelo a otros avances médicos, determinaron que desde la higiene personal se afrontara determinadas enfermedades y ayudara a su exterminio. Muchas instituciones se han dedicado a difundir los beneficios de la higiene personal, resaltando a la insalubridad y la malnutrición como origen de tantísimas enfermedades que durante siglos han castigado a las poblaciones y han sembrado tanta destrucción de la vida humana.

epidemia historia

En este recorrido rápido de la trayectoria del jabón en la historia de la humanidad, no debemos eludir que a esas condiciones higiénicas personales, han de añadirse otras de carácter urbano como el traslado de los cementerios extramuros de las ciudades, la prohibición de inhumar cadáveres, el alejamiento de los mataderos de los núcleos urbanos, buenas redes de alcantarillado, mejora en las viviendas, en los salarios, etc. etc. y por encima de todo ello, los avances científicos, como medidas y mecanismos que en conjunto han hecho que gocemos actualmente de una calidad de vida más equilibrada y saludable que nuestros antepasados.

La historia del jabón: vidas paralelas

Así que resumamos: El jabón nos ha acompañado siempre, desde que “el mundo es mundo”, ha ido evolucionando paralelamente a la propia historia del ser humano y lo ha hecho con los elementos disponibles en cada lugar y en cada momento. O sea, su trayectoria no ha sido lineal ni única, como la de la misma humanidad. Lo que si está claro es que ha sido un instrumento muy valioso en la superación de las consecuencias patológicas derivadas de la profunda precariedad en la que una inmensa parte de la Humanidad se ha desenvuelto hasta hace relativamente muy poco.

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