Ceniza y orines. El detergente estrella en la Roma Imperial
fullonica

Cómo era el jabón para la ropa en la época romana: ceniza y orines

Todas las ciudades de la Roma Imperial tenían sus establecimientos para la limpieza de ropa, los Fullonci, el antepasado de nuestras actuales lavanderías, pero conozcamos su jabón estrella: una mezcla de ceniza y orines.

Si en época romana hubieran existido los anuncios de tv, la mujer del futuro que nos trae el detergente milagroso, no vendría de muy lejos, vendría de Hispania. Si, unos de los ingredientes para los detergentes en la Antigüedad era el orín y el celtíbero era el de calidad premium, importábamos nuestro pis en ánforas a la capital del imperio!

Cómo se hacia el jabón para la ropa en época romana

Este ingrediente, rico en amoniaco, era mezclado junto con cenizas y cal en las piscinas de las fullonicastintorerías, donde los esclavos pisoteaban la mezcla junto con las togas de los senadores y patricios para blanquearlas. El proceso era el siguiente: primero arreglaban las prendas y pasaban al saltus fullonici, donde este detergente junto al esfuerzo de los esclavos pisoteando continuamente las ropas, ayudaba a limpiar las manchas de ropas y manteles. Posteriormente las ropas eran aclaradas con agua de lluvia, en la lacuna fullonica, y secadas al sol. Los mas pudientes pagaban para que fueran perfumadas con aromáticas, .. y si no pues te aguantabas.

Saltus fullonici

El origen del orín no era sólo de importación, lo mas común es que en las paredes externas del local hubiera ánforas perforadas que invitaban a los transeúntes a desahogarse tranquilamente, conduciéndolo directamente hacia el saltus fullonci.

Pero como anécdota realmente curiosa y aplicable a los tiempos actuales, conviene comentar que llego a ser de tal importancia que se gravo con un impuesto y cierto o no, hay una historia contada por Suetonio, en la que el hijo del emperador Vespasiano, tito, le recrimina a su padre el origen del oro proveniente de este «sucio» impuesto, a lo que el emperador se saca un áureo y se lo entrega a su hijo, y le preguntó si le molestaba el olor, a lo que este respondió que no. Entonces su padre le espeto: pecunia non olet (el dinero no huele).. moraleja con una actualidad absoluta.

Fuentes: Historias de la Historia

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